Navegando más allá del PowerPoint (o Canva) como herramienta didáctica

Entre la tecnología y la atención: un equilibrio delicado

En la era digital, la tecnología educativa se promociona como una panacea para los desafíos contemporáneos del aprendizaje, desde personalizar la enseñanza hasta extender las aulas más allá de sus paredes físicas. Sin embargo, la implementación de estas herramientas viene con una serie de complicaciones que a menudo se pasan por alto en los discursos optimistas sobre la innovación educativa. 

El uso de dispositivos digitales en las aulas ha traído consigo un fenómeno preocupante: la disminución de la capacidad de concentración de los estudiantes. Un estudio de Psychology Today (2017) reveló que un alto porcentaje de estudiantes admiten que recibir y enviar mensajes de texto durante las clases afecta negativamente su capacidad de aprendizaje. Más allá de los mensajes, el acceso a la web durante las lecciones permite a los estudiantes navegar por sitios no relacionados con el contenido de la clase, lo que inevitablemente disminuye la retención del material educativo. 

Aunque algunos programas de software educativo han demostrado ser prometedores, especialmente en áreas como matemáticas donde facilitan una tutoría personalizada, la efectividad de estas herramientas varía significativamente. El software puede personalizar la enseñanza para adaptarse a los niveles de aprendizaje de los estudiantes, ofreciendo un potencial considerable para mejorar el rendimiento académico. Sin embargo, esto requiere que las aulas puedan implementar estas tecnologías de manera que realmente complementen y no reemplazan la interacción humana y el pensamiento crítico.

La integración de la tecnología en la educación debe ser considerada cuidadosamente, asegurándose de que se enfoque en mejorar y no inhibir la experiencia de aprendizaje. Un ejemplo paradigmático es el uso masivo de PowerPoint (o su hermanito pequeño, Canva) en el aula, por parte de profesores y alumnado.

El Viaje de los docentes más allá de los slides

En un mundo saturado de tecnología, la educación enfrenta un dilema paradójico: la herramienta diseñada para simplificar la transmisión de conocimiento, como el PowerPoint, ¿puede estar obstruyendo la profundidad del aprendizaje que busca fomentar?

El PowerPoint se ha convertido en sinónimo de educación moderna, un faro de eficiencia que permite a los educadores condensar lecciones en slides digeribles. Sin embargo, como una dieta basada únicamente en alimentos procesados, esta simplificación puede desnutrir la mente en desarrollo. Expertos de la Cambridge University Press & Assessment (2024) alertan sobre cómo esta herramienta, al reducir el conocimiento a fragmentos simplificados, puede minimizar el estímulo necesario para el pensamiento crítico y la exploración conceptual profunda.

No obstante, sería un error descartar por completo el valor de PowerPoint. Investigaciones de JSTOR destacan que, cuando se utiliza estratégicamente, puede enriquecer la experiencia educativa al integrar elementos visuales y multimedia que potencian la retención y el compromiso estudiantil. La clave radica en su uso como un complemento —no como un sustituto— del diálogo y la interacción en el aula.

Hacia el futuro de una Educación más reflexiva

La educación del futuro debería abrazar la tecnología con una mente crítica, seleccionando y adaptando herramientas que realmente profundicen y enriquezcan el proceso educativo. El desafío radica en formar docentes que sepan elegir y manejar estas herramientas con sabiduría para trabajar con mentes capaces de pensar de manera más amplia, profunda y crítica.

En última instancia, la discusión no es si el PowerPoint es bueno o malo, sino cómo podemos utilizar todas las herramientas disponibles para nutrir verdaderamente la mente y el espíritu de los estudiantes, preparándolos no solo para pasar exámenes, sino para enfrentar los desafíos de un mundo complejo.

El omnipresente uso de PowerPoint en contextos educativos merece una crítica detenida y fundamentada. Si bien esta herramienta prometió revolucionar la manera en que se impartían conocimientos, en realidad puede haber encorsetado la educación en un molde demasiado rígido y superficial. La estructura inherente del PowerPoint, con su secuencia de diapositivas y esquemas predefinidos, promueve un enfoque lineal y segmentado del aprendizaje, que contradice los procesos cognitivos naturales de exploración y conexión de ideas.

Este formato restringe la narrativa educativa a puntos abreviados y a menudo fragmentados, despojando al material de su contexto y complejidad inherente. Se convierte así en un desfile de “bullet points” que no solo limita la profundidad del contenido, sino que también puede fomentar una pasividad preocupante entre los estudiantes. Estos últimos, acostumbrados a recibir información masticada y fácilmente digerible, pueden encontrarse menos equipados para enfrentar el análisis crítico o la síntesis creativa de ideas, habilidades imprescindibles en el ámbito académico y profesional.

Más aún, la facilidad y la conveniencia de PowerPoint han llevado a una sobredependencia que puede ser perjudicial.Tanto educadores como estudiantes pueden caer en la trampa de recurrir a esta herramienta por su simplicidad operativa, en detrimento de métodos más convencionales pero no por ello menos efectivos. La investigación sugiere que esta práctica puede, de hecho, disminuir la retención de información a largo plazo y debilitar las capacidades de pensamiento crítico y resolución de problemas en los estudiantes, limitando su desarrollo intelectual y profesional.

En conclusión, aunque PowerPoint puede ser una herramienta útil en ciertos contextos, su rol como pilar central de la enseñanza necesita ser reconsiderado críticamente. La educación, en su esencia, debe ser un proceso rico y estimulante que prepare a los estudiantes para pensar de manera independiente y creativa, algo que el abuso de PowerPoint simplemente no puede ofrecer.

Referencias 

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